3 verdades que todo fundador aprende a la mala No hay un manual para emprender y el consejo de tu mamá, aunque bien intencionado, no contemplaba los retos reales de construir un negocio.
Por Roy Dekel
Key Takeaways
- Las relaciones importan más que el dinero: no quemes puentes.
- No solo busques un trabajo, construye una carrera que apunte hacia adelante.
- Ve a la universidad, pero no por las razones que tú crees.
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A la mayoría nos educaron con algunos valores esenciales: sé respetuoso, trabaja duro, estudia y busca un "buen empleo". Ese consejo cumplió su función… hasta que te lanzaste al mundo del emprendimiento.
Cuando empiezas a construir empresas, asumir riesgos y tomar decisiones que afectan la vida de otros, te das cuenta de que gran parte del "manual del mundo real" no se aprende en la mesa familiar. Hay cosas que nadie te explicó, lecciones que solo se aprenden con la experiencia, el fracaso y unos cuantos golpes.
Estas son tres verdades que tu mamá probablemente no mencionó, pero que todo emprendedor termina aprendiendo.
1. Las relaciones importan más que el dinero: no quemes puentes
El dinero recibe mucha atención, en los negocios, suele verse como la métrica definitiva. Pero si le preguntas a alguien que ya ha pasado por varios ciclos —auge, caída, venta, reinicio— te dirá lo mismo: a largo plazo, las relaciones son la moneda más valiosa.
Al iniciar su carrera, muchas personas manejan los negocios como un juego de ganar o perder: ganar el trato, vencer a la competencia, exprimir cada centavo. Pero no entienden que los negocios son una maratón, no una carrera corta. Y los puentes que quemas hoy podrían ser los que necesites para cruzar mañana.
La gente recuerda cómo los hiciste sentir, cómo te comportaste cuando todo iba bien… y cómo reaccionaste cuando no. He visto personas increíblemente talentosas quedarse fuera de oportunidades no por falta de habilidades, sino por las relaciones rotas que dejaron atrás.
Un negocio no se trata solo de capital, se trata de confianza. Cuando cambien las cosas, no serán tus márgenes de ganancia los que te salven, sino las personas que confían en ti lo suficiente como para apostarte otra vez.
Así que esto es lo más importante: protege tu nombre. No quemes puentes. Mantente en contacto con quienes te ayudaron desde el principio. Y nunca subestimes el valor de la lealtad, la humildad y la constancia.
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2. No solo busques un trabajo: construye una carrera que apunte hacia adelante
A la mayoría nos enseñaron a buscar estabilidad: un empleo con sueldo, título y quizá beneficios. Pero emprender requiere de otra mentalidad, una que no se enfoca solo en el siguiente puesto, sino en la dirección que quieres tomar.
Si solo reaccionas a lo que tienes frente a ti, te perderás del panorama general. Los mejores fundadores no solo se preguntan "¿Qué hago ahora?", sino "¿Qué tipo de vida quiero construir? ¿Qué impacto quiero tener?"
Levantar la mirada significa tener una visión más amplia. Significa decir no a movimientos que ofrecen gratificación inmediata, pero no contribuyen al largo plazo. Significa pensar en el legado, no solo en actividades.
Cada gran empresa comenzó con alguien que no se conformó con el status quo. Alguien que no aceptó "un trabajo más", sino que apostó por una idea más grande. Si hablas en serio sobre emprender, tu trabajo no es perseguir oportunidades: es crearlas.
Deja de preguntar qué hay disponible. Comienza a preguntar qué es posible.
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3. Ve a la universidad, pero no por las razones que crees
Desde niños nos dijeron: "Ve a la universidad, es la única forma de tener éxito". Y claro, si vas a ser médico, abogado o ingeniero, ese consejo sigue vigente. Pero para el resto de nosotros, el valor real de la universidad no está en el diploma, sino en las personas con las que te relacionas.
La universidad no es solo un salón de clases, es tu primera red real de contactos. Es donde aprendes a relacionarte, a presentar ideas, a convencer a otros de apoyar tu visión, a fallar públicamente… y a levantarte después. Eso no es algo que aprendas leyendo.
Algunos de los fundadores más exitosos no terminaron la universidad, pero fueron lo suficientemente inteligentes para sumergirse en un entorno social donde convivían ideas, ambiciones y personalidades audaces. La universidad es donde encuentras a tu tribu: tus cofundadores, tus primeros aliados, tus futuros socios.
Así que, si vas a invertir en la universidad, que no sea por tener un título enmarcado, sino por los cuatro años de capital social que no podrás recuperar. Sáltate los clubes que solo adornan el currículum y encuentra círculos donde las ideas se desafían, se asumen riesgos y se forjan relaciones.
Porque dentro de diez años, nadie te preguntará qué nota sacaste en Economía, pero sí querrán saber con quién construiste algo.
Emprender es uno de los caminos más duros y gratificantes que puedes elegir. Pero no viene con un manual, y mucho menos con uno que tus padres hayan usado. Las lecciones que necesitas para triunfar suelen contradecir la sabiduría popular.
Así que considera esto como una guía actualizada:
- Prioriza a las personas por encima de las ganancias.
- Piensa en décadas, no en trimestres.
- Y reconoce que tu inteligencia social te llevará más lejos que cualquier título.
Tu mamá te dio las bases. Ahora te toca a ti aprender el resto y escribir tu propio manual.
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